La primavera ha llegado con fuerza y, con ella, el cambio de hora, las temperaturas más altas y el mayor número de horas de sol.
Este nuevo artículo del blog lo vamos a centrar en el sol. ¿Sabías que es una estrella tipo-G de la secuencia principal y clase de luminosidad V? es broma, nosotros tampoco jeje, pero seguro que sí sabes que es uno de los responsables en aportar a nuestro organismo la dosis de vitamina D necesaria para el correcto desarrollo del mismo, aunque debemos tener cuidado.
La vitamina D es el nutriente responsable de ayudar a nuestro cuerpo a desarrollarse correctamente, siendo un importante apoyo para la absorción de calcio en los huesos y capaz de prevenir enfermedades como la osteoporosis. Por otro lado, esta sustancia también la necesitan los músculos y nervios para desarrollar sus movimientos, así como el sistema inmunológico para luchar contra las bacterias.
Por ello, nos vamos a centrar en el aporte de vitamina a través de la piel y la alimentación:
¿Qué debemos tener en cuenta de la absorción de vitamina D por la piel?
La vitamina D, o también llamada vitamina del sol, la podemos obtener a partir de multitud de alimentos, no obstante, la exposición solar es una de las fuentes de mayor aporte.
Está demostrado que la vitamina D que puede absorber nuestro organismos a través de la piel, por su exposición al sol, es la que más tiempo perdura, aunque es importante tener en cuenta que por más horas que nos expongamos al sol no tendremos un mayor aporte vitamínico, de hecho, queremos destacar una serie de puntos que resultan clave para hacer del sol nuestro mejor aliado en el aporte de vitamina D:
- Es importante tener en cuenta el tiempo de exposición, ya que será suficiente con recibir los rayos del sol durante 15-20 minutos, no hace falta tostarse.
- El momento del día también resulta fundamental, ya que la radiación del sol no es la misma según su posición. Por ello, esta exposición debe realizarse preferiblemente entre las 10 de la mañana y las 13 horas.
- En épocas de alta radiación UV (primavera y verano) es importante emplear la fotoprotección de la piel y tratar de evitar las largas exposiciones. Además, puesto que nuestro cuerpo no necesita de una gran cantidad de rayos UV para generar el aporte de vitamina D que necesita, será suficiente con la exposición que podamos recibir en la cara, brazos o piernas.
Teniendo en cuenta estos tres puntos esenciales, podrás aportar a tu organismo la cantidad óptima de vitamina D sin repercutir en otras afecciones. Porque recuerda, una exposición prolongada y descuidada frente al sol podría provocar quemaduras, cambios significativos en la piel, o incluso problemas mayores como el cáncer de piel.
¿De qué otras maneras podemos garantizar nuestra absorción de vitamina D?
En relación a este último tema que hemos comentado, y dando respuesta a la pregunta que titula nuestro artículo, debemos saber que la vitamina D la podemos obtener de otras muchas fuentes, como por ejemplo, a través de la alimentación. Por tanto, no, no es necesario salir al sol como los caracoles para garantizar el aporte de vitamina D en nuestro organismo.
Existen muchos motivos por los que la exposición al sol o a una irradiación óptima de rayos UV no es posible (sensibilidad al sol, clima, problemas de movilidad, etc.), pero, no por ello, experimentaremos un déficit de vitamina D en nuestro organismo.
En nuestra dieta disponemos de una variada disposición de alimentos que generan la vitamina D necesaria, encontrando una clara diferenciación entre las vitaminas de origen animal y las de origen vegetal. A continuación, hacemos un repaso por algunos de los alimentos más importantes que debemos incluir en nuestra dieta:
- Los huevos, concretamente la yema, son un importante aporte de vitamina D natural, ayudando a lograr el aporte necesario para el correcto desarrollo del organismo. Un promedio de dos huevos contiene un total de 8.2 mcg de vitamina D, un 40% de la ingesta diaria recomendada.
- Los hongos, como champiñones secos o frescos, suponen una de las mayores fuentes de vitamina D2.
- El pescado azul, por su parte, es la principal fuente de aporte de vitamina D3, especialmente en aquellos pescados más grasos como pueden ser el salmón, atún, caballa y las sardinas, tanto en frescos como enlatados.
Las conservas de pescado son un práctico recurso para apoyar nuestra alimentación y, no solo contribuir al aporte de vitamina D, sino reforzar el aporte vitamínico con otras muchas sustancias y minerales necesarios para el correcto desarrollo de nuestro organismo.
Aunque hay muchas variedades de pescado fresco que pueden contener un mayor aporte de esta vitamina, las conservas permiten garantizarnos su presencia en nuestra dieta, por su mayor versatilidad a la hora de enriquecer nuestras comidas. Además, conservas como el atún claro en aceite, las sardinas o los boquerones, sí que mantienen altos índices de vitamina D, igualando prácticamente al del consumo en fresco.
Esperamos que hayas comprendido mejor la vitamina D y las principales fuentes donde encontrarla, así como la mejor manera para combinarla. Con un paseo al sol y una dieta equilibrada en grasas vegetales y animales, podrás mantener tu salud a raya y tu cuerpo fuerte.
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